Parte de un vasto plan para la reorganización general de las fuerzas terrestres y marítimas, esta estructura demostró se innegablemente eficaz durante décadas.
Las poblaciones ya no son víctimas de constantes saqueos , y la imponente Torre de Belén, tuvo un papel fundamental en esta estrategia. Así, el mensaje que pasaba, era claro: la entrada del río estaba protegida y bajo control.
El proyecto inicial incluía como defensiva fija La Fortaleza de Cascais, la Torre Velha da Margem Sul y, frente a esta, la Torre de Belén. Construida a principios del siglo XVI, esta estructura es, junto al Monasterio de los Jerónimos, uno de los mejores ejemplos del estilo Manuelino.
Equipadas con grandes cañones, el fuego cruzado representaba un obstáculo para cualquier navío hostil que intentase la entrada en Lisboa. También se construyó con una nave de 1000 barriles. Ella estaba llena de numerosas piezas que completaban el dispositivo defensivo con una base de fuego móvil. Y, como quizás se pensase que aquello no era suficiente, también se fabricaron carabelas equipadas con armas de gran alcance. Estos barcos estaban siempre en posición, listos para intervenir si fuera necesario.
Con la evolución de los medios de ataque y defensa, la estructura fue perdiendo gradualmente su función defensiva original. A lo largo de los siglos fue utilizada como registro aduanero, estación de señal telegráfica, faro e incluso como mazmorra para presos políticos.
Inicialmente rodeada de agua en todo su perímetro, hoy en día, esta estructura está conectada simbólicamente a la tierra por un puente peatonal. Esta fue la forma encontrada para preservar su contexto original.
Considerada Patrimonio Mundial de la UNESCO, desde 1983, la Torre de Belén, es, sin duda, uno de los monumentos más expresivos de Lisboa.